viernes, 25 de febrero de 2011

prensa negra noruega

Estas son algunas paginas elegidas al azar de las casi cincuenta revistas kriminalejournalen de los años sesenta y setenta que encontré en una libreria de oslo, acompañan fielmente a mi idea e imaginario en muchas de sus páginas. Aún siendo reportajes en su mayoria policiales y de crimenes, las composiciones son increibles, ya dispongo de varias buenas imágenes que como punto de partida voy a transformar en mi serie, añadiendo un punto documental a el tema de mi proyecto.


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domingo, 30 de enero de 2011

Documental BBC .FRANCIS BACON.





 Descarga directa bastante rápida del documental en megaupload:


http://www.megaupload.com/?d=K8ZLCRGE

(COPIAR Y PEGAR ENLACE)


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y aquí fragmentos de las entrevistas de David Sylvester con Bacon.

ttp://www.vivilibros.com/excesos/02-a-01.htm



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      <<  …Pero se me ha ido de la cabeza mi pequeña idea. Pero no importa, acabo de tener otra. Quizá sea la misma, tanto se parecen las ideas cuando se las conoce. Nacer, he aquí mi actual idea, es decir, vivir el tiempo suficiente para saber que es el gas carbónico libre, y luego dar las gracias. Eso siempre ha sido, en el fondo, mi sueño. Todas las cosas que siempre han sido, en el fondo, mi sueño. Tantas cuerdas y nunca una flecha. No hace falta la memoria. Sí, he aquí que soy un viejo feto por el momento, canoso e impotente, mi madre ya no lo soporta, la he podrido, está muerta, va a malparir por gangrena, quizá papa también sea de la partida, iré a dar en pleno osario dando vagidos, por otra parte no daré vagidos, para qué. Cuántas historias me he contado, hundido en el moho, hincándome, hinchándome. Y diciéndome, Ya está,soy dueño de mi leyenda. … intentaré hacer, para tenerla en mis brazos, una criaturita a mi imagen, diga lo que diga. Y viéndola malograda, o excesivamente parecida, la devoraré. Luego me quedaré solo un buen rato, desgraciado, sin saber cuál ha de ser mi oración, ni para quien.  >>


    Samuel Beckett   -    “  Malone muere ”






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sábado, 29 de enero de 2011





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(Hablando sobre las diferencias entre el sentimiento de “angustia”  y el sentimiento de “miedo o temor”)

....como es sabido, ha sido Martín Heidegger quien con mayor rigor ha deslindado estos dos estados de ánimo. Dicho con cierta brevedad y sin animo de entrar en la jerga heideggeriana, podemos decir que el objeto del miedo es siempre algo determinado, algo que se nos presenta dentro de el mundo, ya sea como una <<cosa>> que se resiste a ser meramente contemplada a distancia y en seguro, como un <<útil>> o instrumento que de pronto se revela amenazador y nocivo, o como otro hombre, como un <<semejante>> que no menos inopinadamente se enfrenta a nosotros. En cualquiera de estos casos, lo temible se halla dentro de un círculo cotidiano de significatividad, o sea  de un “mundo a la mano”, revelándose en él como algo que nos resulta adverso. Por utilizar una terminología cara a carl Schmitt, y ampliamente difundida, podemos decir que lo temible es un inmincus, un “no-amigo”: forma parte de mi mundo, y en este sentido lo acojo y entiendo, pero está contra mi.
En el miedo, el sujeto que intenta escapar está justamente sujeto a la circunstancia amenazadora, de manera que resulta ofuscado para todo cuanto no sea su propio miedo: <<pierde la seguridad -dice Heidegger- para todo lo demás, es decir, pierde la cabeza>>. En cambio, la angustia no tiene objeto ni causa, sino que se presenta como una radical indeterminación (de ahí la necesidad psicológica de buscar un objeto temible, de poner un nombre común al peligro. Uno no está angustiado por tal o cual cosa, sino al contrario: lo está porque las cosas, nuestro <<mundo>>, el horizonte de significatividad y comprensión se aleja, y nos deja desnudos, inermes, ante.. lo Otro, ya sea la “nada”( como en Heidegger) o el “il y a” (el ser opaco y nocturnal, de Levinas y Blanchot).
En la angustia nos escapamos de nosotros mismos: en realidad no somos ”yo” ni “tu” los desazonados, sino “uno”. Solo resta el puro existir en la conmoción de ese estar suspenso en que no hay nada donde agarrarse.

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( Hablando sobre la conjunción básica de elementos para el nacimiento de el Terror; lo sublime y lo siniestro, apuntando desde la visión de Kant de lo sublime.)


….en efecto y como es bien sabido, lo sublime es para Kant el sentimiento  resultante de un desbaratamiento del juego libre, puramente formal, de las facultades cognoscitivas: el entendimiento y la imaginación. (……)
…. Con todo, lo sublime se encuentra por así decirlo domesticado a priori por Kant. En primer lugar, por que eso <<Otro>> impresentable es englobado bajo un nombre en el fondo bien conocido: la Naturaleza. (…….)
….por el contrario y sin negar desde luego la impronta Kantiana, habría que entender en relación con nuestro terrorífico tema, lo sublime mas bien en el sentido dado por Adorno y Lyotard. Ante una naturaleza mas bien vencida, humillada y esquilmada por una Ilustración que ha acabado por perder todo “lustre” a base de convertir en mito irracional su propio programa fundacional, lo <<sublime>> se habría refugiado mas bien en las artes y sobre todo en el arte no figurativo, allí donde “ello” (como en el expresionismo abstracto o en el arte conceptual) se niega a ser reconducido a un esquema técnico o estético, mostrando en cambio con toda brutalidad su componente materico , dejando entrever allí algo rabiosamente inhumano.
Como dice con toda precisión Adorno: “La idea que Kant tuvo del arte era la de servidor del hombre, pero el arte se hace humano desde el momento en que reniega de ese servicio”

            
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(Hablando sobre las usualmente desconocidas diferencias entre los términos terror y horror)

….. ahora bien, parece que solo hay algo que todo el mundo desea, a saber, no tanto la muerte cono la evitación del dolor, sobre todo el físico y violento, en cuanto (nos imaginamos)  ello conllevaría al desgarramiento, la pérdida de la unidad sustancial de cuerpo y mente. Sin embargo, el lado oculto siniestro de ese deseo dice justamente que el dolor individua, separa y distingue: que sólo él permite reconocer al otro y a lo Otro en una distancia infranqueable, irrebasable ; y que solo de este modo, como a la inversa y oblicuamente es posible llegar a ser “yo”. Si esto es así podemos inferir entonces que sólo se produce genuino terror cuando lo Siniestro queda estrechamente conectado con lo Sublime. En efecto, este ultimo sentimiento evoca algo irrepresentable, a saber: el espectro de lo Otro, lo no susceptible de domesticación, o sea , literalmente, lo Inhóspito. Pero cuando esa inhospitalidad se descubre como el reverso de la propia familiaridad humana con el mundo es decir cuando lo “inhumano” deja de estar al servicio del hombre vuelve a arraigar lo inhóspito en el interior del propio mundo, pero como refractario e inasible, algo manifiesto que debiera haber quedado para siempre oculto.    (….)
…en efecto si el terror es, como hemos señalado y analizado, el sentimiento angustioso de la compenetración de lo sublime y lo siniestro latente en los mecanismos de evitación del dolor, en cambio el horror –esa suerte de <<sucedáneo>> burgués del terror- sería el sentimiento medroso de la exasperación del asco, de la repugnancia (en cuanto a descomposición de algo bello, o sea, ante una belleza negativamente determinada.

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TERROR TRAS LA POSTMODERNIDAD–Félix Duque.
Abada editorial-“lecturas de estética”2004)

Del terror frio al horror edificante

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No solo como resultado de la descomposición nihilista de los valores tradicionales, sino como desenmascaramiento –que bien podriamos denominar <<ontológico>>- de los mecanismos de representación y referencialidad vigentes en el espacio de la escritura tradicional(LINGÜÍSTICA, PICTORICA O FÍLMICA) y,en general, de la vigencia omnímoda de la narratividad, a partir de 1968 se va imponiendo en el plano artístico lo que podriamos llamar terror blanco, en cuanto a desmantelamiento y puesta en evidencia de los instrumentos y medios de producción expresiva del horror.  (…..)
….En este reingreso en el orden narrativo, tanto vale ciertamente que la belleza venga negativamente representada por una descomposición gradualmente bien calculada (fealdad-repugnancia-horror), o, al contrario, que ella sea paródicamente enmascarada para <<denunciar>> la mercantilización de las obras de arte y de las instituciones que debieran proteger los ideales <<desinteresados>> de tan elevado mundo ideal, o –en otro respecto, que al cabo conduce a lo mismo; que la belleza venga democráticamente utilizada como un barniz que <<sobredeterminase>> un bien de consumo, haciéndolo así más valioso (también, y quizá sobretodo, en lo crematístico).

Lo único importante aquí es que, ya sea desde el extremo del rechazo medroso o del deleite agradable ante la bella forma de algo útil o provechoso (o de la mezcla de ambos: piénsese en Casper “el fantasmita”, o en rÜdiger “el pequeño vampiro”), es decir: tanto desde el horror como desde el diseño, el arte posmoderno OBTURA la representación del Terror, de ese pavor primordial ante la nihilidad absurda de la existencia, puesta de manifiesto lo mismo por Nietzsche que por Kafka o Heidegger.
(…..)
…buena parte de la plástica contemporánea ha escogido decididamente la senda de la mimetización de la violencia cotidiana , oscilando  del asco al horror, destruyendo el objeto del deseo y convirtiéndolo en arma arrojadiza contra la maquina pulsional, deseante, del consumidor moderno. A fin de mostrar a las claras la diferencia entre el Terror y el horror en las artes plásticas, atiéndase por un lado al genuino terror producido por la teratológica <<mujer insecto>> de Alberto Giacometti, a la vez mantis religiosa devoradora del macho y victima sacrificial (su alargada gargante está surcada por cuatro cortes paralelos, mientras la cabeza casi desaparece en su nimiedad), o, en el otro extremo de la escala, a las muñecas de Hans Bellmer, desmontables y recomponibles en múltiples, monstruosas combinaciones, en perfecta e inquietante fusión de la Olimpia de El hombre de arena, de Hoffmann (para Freud, no se olvide, un cumplido ejemplo de lo siniestro) y de los artefactos mecánicos surgidos de la banda de montaje fordiana. Por cierto, ambas obras fueron iniciadas en 1932, visperas de el establecimiento del nacionalsocialismo en Alemania.
    Si comparamos ahora estas manifestaciones de puro terror con obras actuales, quizá mas impresionantes aún, podríamos pensar que se trata de una continuación morbosa, de una exacerbación rayana quizá en el mal gusto, pero siempre dentro de una misma tendencia. En mi opinión, sin embargo un mundo separa al terror de la expresión postmoderna del horror suscitado catártica o sarcásticamente por la exageración protésica, por la cercanía de lo genesíaco (creador de vida) y los excrementeos (aviso de putrefacción), o por la grotesca exageración de la sexualidad en su estadio mas grosero. Podemos elegir tres obras como representativas de estas tres tendencias:
a)     en la instalación de Robert Gober, la pelvis y las extremidades inferiores, como artilugios ortopédicos pegados(enchufados) a una pared
b)     la <<escultura>> “el rosado nacimiento de los hijos” de Niki de Saint-Phalle, o

c)     la fotografia de Cindy Sherman, parapetada tras mascarasy corazas hipersexuales, en horrenda burla hiperpornografica al origen del mundo de Courbet.

En un clarísimo ejemplo de objeto repugnante, la parte inferior del muñeco de Gober apunta evidentemente dada su posición (desaparición de la mitad superior llevando al extremo la capitidisminución de la escultura de Giacometti), al objeto de deseo homosexual, mientras que por el contrario, los orificios de las piernas delatan que se trata de un muñeco, de una suerte de prótesis ortopedica que suscita de inmediato un sentimiento de repulsión. Esta alternancia de atracción y repulsión (propia de lo repugnante), la ausencia de la parte “noble” de la figura humana, su posición, el velado objeto último de deseo cubierto por el calzoncillo y, en fin, su situación literalmente rastrera(“eso” esta tirado en el suelo): todo ello apunta a los ambivalentes sentimientos del homosexual ante el peligro de el sida, siendo a la vez un aviso, muy cordialmente humano(si es que no cristiano) de que, en la relación sexual el “otro” ha de ser tratado como un ser humano y no como un artilugio mecánico, como un alien demediado. La representación del horror, puesta al servicio de la profilaxis higiénica….  y moral. Todo, como se ve, muy edificante. Y nada terrorífico.

Algo parecido podría decirse de la eficaz compañera de Jean Tinguély, la “juguetona” Niki de st- Phalle, con esta chillona denuncia del cuerpo de la mujer como “fábrica de hijos”, mientras por fuera se acicala para el macho , cubriéndose de costosos  y estrambóticos harapos(…). El horror suscitado por la contemplación de este monstruo artificialmente putrefacto, a base de afeites, cosméticos y baratijas.. puede ser en efecto tremendamente eficaz como denuncia social. Pero el asco suscitado por ese amasijo de abalorios y muñecos impide desde luego la irrupción de lo sublime-incomprensible del terror. Al contrario, aquí entendemos perfectamente el mensaje. Estamos en un ambito que se diría más de sociología aplicada que de manifestación artística.
   
 Estas características  “edificantes” en pro de la reivindicación de  genero, alcanzan un extremo difícilmente superable en la fotografia de Cindy Sherman, con ese enorme sexo abierto que nos saca la lengua, o esa cabeza de anciana febril, cercana a la momificación, absolutamente incongruente con los hinchados símbolos sexuales, marcadamente falsos, como si el cuerpo de la mujer se hubiera convertido en una grotesca estructura mecánica, desmontable y recomponible ad libitum. Esta desmesura del kitch, revulsiva por exageración  y contraposición, puede  desde luego obligar  a la meditación sobre la construcción social de los roles sexuales y su carácter alienante. Pero justamente la alienación impide a radice que se entrevea aquí, siquiera mediante una táctica de insinuación, lo absolutamente Otro: lo incomprensible del cuerpo y el deseo. Nos movemos en la superficie del horror , no en el afuera, refractario a toda figuración agradable o repulsiva, del terror.




(extracto de el segundo capítulo de  TERROR TRAS LA POSTMODERNIDAD–Félix Duque.
Abada editorial-“lecturas de estética”2004)